Podría escribir mil historias de amor, y ninguna sería real. Creía en el amor más que en nada, y me creía las mentiras, los para siempre y los finales felices. Y, sintiéndolo mucho, ya dejé de hacerlo.
Una vida por vivir. Amistades pasajeras y otras por descubrir. Amores pero también desamores. Historias y cuentos de hadas y princesas por oír. Sonrisas por regalar. Gente que perder. Rincones por descubrir. Historias que confesar. Motivos para luchar. Sentimientos indescriptibles. Llantos en silencio. Y sobre todo, personas en las que confiar.
miércoles, 9 de enero de 2013
Lo tenemos todo, decimos. Que somos felices, contamos. ¿En
serio?
Sí, vale. Que todo está perfecto como está. Hasta que llega
algo. Algo que te hace ver que no tienes tanto como pensabas, que la vida no es
tan perfecta.
Creías estar bien solo, sin enamorarte; pero llega alguien
que te dice que la vida no consiste en buenos ratos con desconocidos, que
cuando estás mal no te vale cualquiera y necesitas a alguien especial que te
diga que te quiere, que los recuerdos bonitos que nos quedarán serán mas
bonitos aun si no estábamos solos y que hay que parar.
Que no todo es blanco en negro, que hay etapas de grises. Que
a la hora de la verdad da igual ser guapo o feo.
Y te enfadas. Te enfadas porque cuando empezabas a abrir los
ojos y dejar a un lado la sonrisa para pensar, ves que en realidad esa persona
que tanto hablaba hace lo mismo que tú.
Y vuelves a caer, hasta el fondo esta vez. Porque te
volvieron a hacer tanto daño como te habías prometido que no pasaría mas. Porque
cuando ibas a volver a querer, te defraudan otra vez. Y entonces, vuelves al
principio.
Al no saber querer y al no querer hacerlo. Que no lo tienes
todo, no; pero que las cosas quedan mejor así
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