jueves, 21 de marzo de 2013

La carta que debió llegar a tiempo.

Esta es la carta que nunca te voy a mandar, que quizá llegues a leer por alguna extraña razón, pero no porque yo te la envíe. No es una carta de mi puño y letra con un manchón de tinta corrida por una làgrima, pero es algo que te dedico.
Lo primero, reconocerte que hice mal. Si bien consciente que no toda la culpa fue mía, si lo fue gran parte. Decirte que me perdones, pero no sé llevar una relación. E intentado de mil maneras distintas ver cómo hacen los demás, pero no logro pillar como se mantiene una pareja. Quizá por eso nadie dure conmigo. También quería demostrarte tantos sentimientos que tenía guardados, que actuaron como una bomba. Quizá que de tanto quererte desgaste nuestro mundo. Que cometí mil y un errores a los que ya me había acostumbrado. 
Lo segundo, que aún te echo de menos. He intentado olvidarte buscando otros besos, pero nunca soy capaz de recibirlos. ¿Sabes? Hay muchas cosas que echo de menos de ti. Echo de menos tu olor al abrazarme, tu sonrisa pícara cuando contabas algo que me hacía reír, tu cara de exageración cuando te asombrabas, tu mirada fija, ese lunar tan tuyo, el medir nuestras manos mientras me decías que que pequeñas, tu forma de vacilarme tan especial, tus te amo mirándome a los ojos, ... Echo de menos demasiadas cosas para escribirlas todas. Y también el mundo contribuye a que te recuerde. Que no soy capaz de mirar mi móvil sin recordar como lo cogías tú, mi mano izquierda que siempre llevaba pintada tus iniciales, esos pantalones míos que tan poco te gustaban, ... En general, el mundo quiere que te eche de menos.
Y por último y no menos importante, decirte que no lo supe dejar claro, pero te quiero. Y me importas y mucho. Que no habría salido con nadie de no confiar en él al 100% después de mis experiencias.
Pero cuando el mundo se ha hundido, no hay vuelta atrás. Y cuando tiro la piedra y me cargo la torre, no puedo esperar volver a construirla. Y si logro rehacerla, no quedará como antes. 
Y si algún día me lees, si algún día llegas a darte cuenta que el problema venía ya de antes de conocerte, sepas que eres bien recibido.