Crecemos pensando en ser mayores de una vez para irnos de casa, para dejarlo todo atrás y olvidarnos de nuestras raíces, sin darnos cuenta de que solo dejaremos atrás lo mejor. Porque: ¿quién va a ir por las noches a arroparte y darte un beso de buenas noches? ¿Quién va a escucharte si has tenido un mal día? ¿Quién va a soportar todos tus defectos sin quejarse y aguantar ahí en las malas y en las peores? Porque una vez te hayas ido, ¿quién va a saber quererte más que a nada o quién va a esforzarse día a día porque seas feliz? Porque nos pasamos la vida haciendo cosas a escondidas, pensando que lo bueno es que mamá no se entere, sin darnos cuenta de que solo busca nuestro bien. Porque, a la larga, nadie va a hacer tanto por ti como una madre. Porque, a la larga, cuando quieras darte cuenta, verás que es la única persona que no te deja tirado por nada del mundo, que es la única persona que va a luchar por ti más de lo que pueda. Porque, a veces, vamos demasiado rápido por la vida, pensando en vivirlo todo lo más rápido posible sin darnos cuenta de que así es cuando más perdemos. Y cuando paras un momento te das cuenta de las cosas que perdiste con el tiempo o de las cosas que ganaste con esfuerzo. Ves los peores momentos de tu vida. Y los ves pasar así, tal como fueron, sintiendo exactamente lo mismo. Y ves que todo era negro, pero que una voz decía "tranquila mi niña, tranquila; todo va a ir mejor". Y si, llegan tiempos mejores y te olvidas de esa voz que tanto te ayudó a salir a flote. Y, cuando las cosas vuelven a empeorar buscas desesperadamente ese canto de sirena que te haga volver a salir a flote. Y si, lo vuelves a oir. Porque la persona responsable de esa frase no se cansa de dártelo todo. Porque esa persona siempre se deja la piel por salvar tu pellejo, por ver tu sonrisa. Y, sinceramente, tarde o temprano llega ese momento en el que de tanto pensar te duele, pero sabes que es importante. Porque, lo más grande del mundo es saber a ciencia cierta con qué merece la pena quedarse. Y yo me quedo contigo, mamá. Porque nadie en el mundo se merece más que tú. Por todo, mamá: por tu paciencia con mis problemas, por tu saber estar, por esa forma tuya tan peculiar de sacarme la sonrisa,... Mamá, deja de luchar por mí, que me toca a mí matar por ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario