Él era un chico legal, de aquellos que siguen las normas al pie de la letra. Ella era impulsiva hasta morir, siguiendo sus propias normas y saltándose lo que no le venía bien. Él huía de los riesgos, ella vivía para ellos. Pero él tenía un plan, y ella simplemente se dejaba llevar por los momentos.
Ella sonreía hasta a las rocas mientras decía "se trata de disfrutar todas las oportunidades y ser feliz aunque todo vaya mal". Y él, él se tomaba las cosas demasiado a pecho. Ella no sabía lo que era llorar, lo que era sufrir. Él, sin embargo, había sufrido demasiado.
Ella decía de besar mil sapos hasta encontrar a su príncipe; pero él solo buscaba besar a su verdadera princesa.
Y cuando ella, entre risa y risa, entre juego y juego, le buscó entre las sábanas, le encontró. Y después de su típica sonrisa, le besó. Así porque sí, por un impulso de los suyos, de los que siempre le hicieron disfrutar de todo.
Pero aquel momento cambió todo. Porque ella, acostumbrada a abandonar todo,se dio cuenta de que de eso ya no podría huir. Por supuesto, él no se quemaba, pues sus esquemas no fallaron; porque para él no fue jugar con fuego, sino simplemente hacer algo planeado. Pero ella, ella ardía cada minuto un poco más, pues de tanto jugar con fuego se acabó quemando de la peor forma posible.
Una vida por vivir. Amistades pasajeras y otras por descubrir. Amores pero también desamores. Historias y cuentos de hadas y princesas por oír. Sonrisas por regalar. Gente que perder. Rincones por descubrir. Historias que confesar. Motivos para luchar. Sentimientos indescriptibles. Llantos en silencio. Y sobre todo, personas en las que confiar.
lunes, 14 de julio de 2014
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