lunes, 27 de agosto de 2012

La vida no es un puto cuento de hadas. De pequeños, nos dicen que las personas buenas reciben recompensas. Que siempre hay luz al final de túnel. Que si dos personas se quieren estarán juntas. Que la familia esta en las duras y en las maduras. Que hay amigos de verdad que nos apoyan en los malos momentos. Que cuando algo acaba es porque empieza algo mejor. Sí, lo pintan todo de color de rosa. Y nos hacemos a la idea de que todo es una preciosa historia de final feliz. Pero cuando crecemos, aunque solo seamos adolescentes y para nuestros padres no sepamos nada, nos damos cuenta de las cosas. Que cuanto mas bueno eres mas puñaladas recibes. Que a veces es de noche cuando salimos del túnel, y no hay luz. Que la familia es igual de hipócrita que todos, y que solo están por interés o cotilleo. Que los que creemos amigos, resulta que son unos icebergs. Y que los amores verdaderos son imposibles. No quiero decir que no hay cosas bonitas en la vida, al contrario. Sino que lo verdaderamente bonito son las pequeñas cosas. Pero la vida es bastante gris si se miran las cosas a lo grande. Y cuando de verdad hay ganas de vivir, te pones gafas con cristales rosas. Y aprendes a sonreir en los problemas. A darte cuenta, de que puedes esperar un año entero llena de entusiasmo para volver a ver esa persona, esa que quieres ver al despertarte cuando seas mayor. Aprendes a tener fuerza en ti mismo. Que habrá estrellas nuevas porque las regalas tú. Que sonreir depende de uno mismo. Y que, a veces, debemos confiar en quien menos esperamos. Porque la vida no es tan fácil como la pintan, pero aunque solo sea por una persona merece la pena vivirla.

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