miércoles, 24 de octubre de 2012

Es muy difícil darte cuenta de como se ha ido la vida cuando te paras a pensar. Joder, ver que sí quieres a alguien de verdad, pero no sabes si quieres intentar pasar un siempre juntos. De golpe, una noche, hay algo. Un algo que te hace recapacitar. Y hace dudar el por qué. Por qué se ha intentado algo que ahora parece imposible tanto tiempo. Por qué luchar por una puta distancia cuando hay grandes personas que pueden calmar la sed de besos aquí al lado. 
Vale, sí le quieres. Más que nunca a nadie y seguro que estás enamorada. Pero no parece suficiente en algunos momentos. Sentirse una puta mierda cuando él te echa en cara tus fallos, o que eres pequeña, o cualquier cosita insignificante que él sabe magnificar para que duela más; esos son momentos en los que ves que es una idiotez. Y en frío, no eres capaz de encontrar las razones que te hacían desear intentarlo aunque solo fuera por probar si un amor tan grande podía con la distancia. 
Y después de eso, ya no saber que hacer. No saber si contarle la verdad, porque sabes que su inmadurez no le dejará ayudarte elegir, pero en parte sentir que es una obligación advertirle de tus actuales sentimientos. Y al final, tomar la opción mas fácil e idiota: tumbarse a pensar en el sofá mientras escribes con el iPad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario