Porque la distancia enfría. Y cuando apenas hay centímetros, ardemos.
Nos enfriamos cuando no podemos ver a esa persona por mucho que la amemos. La echamos de menos, sí, pero poco a poco se va olvidando lo bonito que era tenerla cerca.
Y nos calentamos cuando apenas hay unos centímetros entre nuestra boca y la suya, o la de otro.
Duele sentirte el objeto, del que se alejan y simplemente sienten frío; y ver que poco a poco se va alejando más y le ves más pequeñito. Duele también que luego ese mismo se enfade si aparece otra persona que escucha la palabra 'caliente'. Pero él no estaba. No estaba para evitar que llegara otro.
Por mucho que duela, por mucho que se intente evitar, solo se retrasa. Porque si hay distancia, habrá frío con él. Y siempre, llega otro que calienta. Y ante todo, él llegará a un punto en que olvidará qué objeto buscaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario