Es a la larga cuando nos va faltando, cuando nos damos cuenta de lo importante que ese alguien nos era. Quizás no por ser una persona, sino por quién era o por qué hacía.
Quizás echemos de menos sus actos, porque solo él era capaz de hacer todo eso tan especial e importante. Quizás echemos de menos a la persona en sí porque la queríamos demasiado. O quizás, solo quizás pero probablemente, eches de menos las dos cosas.
Porque necesitas que vuelva a sonreírte y a trasmitirte esa calma y ese "todo va a ir bien", necesitas que esté ahí para animarte como sabía o simplemente porque verle te da la confianza que te falta. Y también necesitas sentir que le tienes al lado, que sigue ahí, que está bien y que es feliz, porque le quieres.
Pero la vida es demasiado dura a veces, sobre todo en algunos momentos. Cuanto más, en esos en los que debes decir adiós y nadie te ha podido preguntar si querías hacerlo. Porque la vida no nos da opciones. Porque no nos da a elegir. Y cuando la vida juega sus cartas, nos toca jugar. Y ser fuerte. Y aguantar lo mejor que se pueda, tirando hacia delante en todo momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario